domingo, 28 de septiembre de 2008

Hablando de teatro

Immanuel Wallerstein escribió en un artículo periodístico (Nuevo orden geopolítico mundial: fin del Acto Primero. La Jornada, 28 de agosto 2008) que "cualquier amante del teatro sabe que el Acto Primero meramente establece quiénes son los actores. Es en el Acto Segundo donde vemos lo que ocurre realmente. Y luego ocurre el Acto Tercero con el desenlace."
¿Todavía es cierto eso? Si algún conocedor del teatro me puede resolver mi duda se lo voy a agradecer.

En mi casa cuecen habas

No recuerdo bien el refrán, pero la idea es que si en mi país los jerarcas políticos de los últimos sexenios generan frases y tienen actitudes memorables por la ignorancia que exhiben (léase http://www.boticapop.blogspot.com/ "Operación sácame los ojos"), nuestros vecinos del norte también "cuecen habas acalderadas".

Acabo de leer en un artículo de opinión una declaración de Joe Biden, candidato a la vicepresidencia imperial al lado de Obama. Cito a David Brooks, autor del artículo aparecido el 28 de agosto en La Jornada: "[Joe Biden dijo:] “cuando el crac de la bolsa de valores, Franklin Roosevelt se puso en la televisión y no sólo habló sobre los príncipes de la avaricia”. Dos problemitas: el desastre del mercado bursátil ocurrió en 1929, tres años antes de que Roosevelt fuera electo presidente, y segundo, no había televisión"

No sólo en México nuestros jerarcas pasaron la secundaria dormidos. Cosas parecidas suceden en el "jai scul" de los Estados Unidos.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Las estrellas ¿se alejan o nos acercamos a ellas?

Somnolencia, modorra, abulia, inacción, desgana …

Cuando alguien se deja llevar por la ilusión seguramente se desilusiona. Pero la terca realidad que puede matar, y muchas veces mata, destruye, aniquila, también alivia males “incurables”. Y aparece un Pancho Villa que cambia rumbos de un país entero, impulsado desde abajo con la fuerza acumulada en pasados remotos y recientes. Y sobrevive a los atentados, a las balas y a las traiciones el viejo indio sureño de apellido Zapata. Y un argentino que recorre su América a pie, en aventones o en precarios vehículos, levanta olas de mar profundo que siguen meciendo sueños y espantando pesadillas.

Y cuando el monstruo está seguro de haber asesinado a su presa, la presa se levanta y tras el asalto al símbolo de la fuerza del que lo atropella (llámese Alhóndiga, Bastilla o Moncada) el rumbo se reajusta y, pasado el tiempo vuelve a reajustarse y quienes fueron presa vuelven a ganar distancia y su búsqueda continúa y su esperanza destella y la vida sigue y sigue y la somnolencia, la modorra, la abulia hay que sacudirla y perseguir estrellas que se adelantan cada vez más rápido pero de las cuales estamos cada vez más cerca.